martes, 10 de noviembre de 2009

CARCEL Y EDUCACION

Al colapso de la estructura escolar, de la salud pública y de la movilización capitalina se añade el que aflige al inframundo carcelario. Se imponen quienes ablandan la administración de justicia -el síndrome de la puerta giratoria-, los que suprimen la pena capital y quienes -por una piedad mal concebida- insisten en la "rehabilitación" como antagónica a la "sanción". Cada reo implica al Fisco mínimo -mes a mes- $300 mil más atención médica y psicológica. Un privilegio infame para una ciudadanía acosada por el desempleo y cuyos impuestos sostienen esa población penal. Se ensayan fórmulas para el rescate de ese lastre: teatro, yoga o baile. Se publicitan como opciones "rehabilitatorias". Otros insisten en incrementar la "educación" como vacuna inmunizadora y fármaco curativo.

Están en el error. Aquellos porque un hobbie no facilita la "reinserción" y éstos porque -fieles a una doctrina castrada de ciencia e imaginación- identifican lo educativo sólo con pupitre, pizarra, textos, cuadernos, "materia" y un docente que diserta mientras los alumnos "están en otra". La recompensa estén o no preparados: diplomas de "8º básico" o de "4º medio". Ignoran que el trabajo es eficaz instrumento educativo. Util para enmendar conductas desviadas. Se efectúa en terreno y no entre cuatro murallas. La única reforma penitenciaria válida es la que implante el trabajo obligatorio. El malhechor así amortiza su deuda y se educa para reincorporarse a la vida normal. Lo otro es tolerar el ocio que incrementa el vicio mientras se perfeccionan estrategias delictivas y profundiza el resentimiento.

1 comentario:

Juan Bragassi dijo...

Seria bueno poner a trabajar a esa gente y por último, sino se las recupera como ciudadanos útiles a la sociedad, pagaran sus delitos mejorando por ejemplo los caminos de Chile, que por cierto es urgente en el sur de nuestro país.
Por otro lado, hay que darle más prioridad los ciudadanos honestos, que son víctima de la distintas formas de delincuencia y que por tener trabajo o mayor educación, nio es considerado en riesgo social y tiene cero apoyo por parte de nuestro Estado asistencialista.
Saludos
Juan Bragassi