lunes, 21 de diciembre de 2009

2 ERRORES PEDAGOGICOS

Se identifica “educación” con “escuela”. Es un lugar común que no se extrae ni con bisturí. La educación se asocia, de inmediato, con aula, bancos, pizarra y un docente que “habla” y -a veces- “grita”. Es como hacer sinónimo “religión” e “Iglesia”. Lo educativo es fenómeno amplio que cubre de la cuna a la tumba. La escolaridad es apenas un segmento de esa potente irradiación que equipa al individuo de destrezas y nutre de valores. Sin embargo, también le inyecta disvalores y lo capacita en contraconductas.

Otro error es asignar a lo escolar un influjo exagerado. El enseñante sería un alquimista que, con la piedra filosofal, muta el plomo en oro. Se le juzga orfebre y alfarero. Puede pulir el diamante en bruto y transformar el lodo en cántaro. Nada más ilusorio. Su influjo es reducido por tres factores. Uno, la familia esquiva su rol docente. Otro, sobre el alumno gravitan factores educativos ajenos –y a veces antagónicos- al aula. Tercero, el mercado y la Reforma transforma al educador en monigote, pues mutila sus prerrogativas disciplinarias.

No hay comentarios: