jueves, 31 de diciembre de 2009

LOA AL MOTE CON HUESILLO

Con los primeros calores florecen puestos fijos y móviles de venta de este brebaje. Exhiben el letrero “mote con huesillo heladito”. Atrás, envuelto en la bruma del invierno, queda el sopaipillero. La venta de “sanguche de potito” se sostiene –al caer la noche- vecino a los estadios. No obstante, la nota dominante es el expendio de este trago que seduce al criollo. Elevándose la temperatura crece el consumo. Todo chileno termina empinándose el “potrillo” -vaso de vidrio ordinario- con ese líquido que alegra el alma y enfría el cuerpo. Como cogollo de la liturgia se masca el mote con la pulpa del durazno deshidratado, mientras la mirada navega en el vacío... Ha diferencia del vino o el mate que estimulan la plática, el mote con huesillo invita al mutismo.

El homo chilensis inventa este bebestible. Es el antídoto contra la canícula y el único trago analcohólico consumido en esta comarca de Baco. Taxistas, estudiantes, operarios, carteros, conscriptos,”comisionistas”, fámulas, picantes y pijes lo beben y... lo mastican en público y de pie. Porque humilde, multiclasista, extravertida, “pará en la hilacha” y epicúrea es esta mixtura. Incluye agua azucarada, durazno desecado y trigo sin hollejo. Junto con el tinto y el frejol es emblema de chilenidad. Se pone de relieve el arraigo al terruño manifestando “es más chileno que el mote con huesillo” y con razón. Por ese motivo, como rebeldía ante la globalización, no falta quien vulnera el pacto de silencio exclamando: "le da un chirlo a la Coca Cola".

1 comentario:

basicac dijo...

De todas las Càtedras que he presenciado en las humildes aulas de la UNAP, es sin duda este repertorio el que màs ha encantado mi alma... Anita Celedòn.