jueves, 15 de julio de 2010

CHARLATANERIA O DESARROLLO

La controversia valórica engolosina. Discutir abstracciones es hipnotizante. Aquí se polemiza en torno a "la inmortalidad del cangrejo" así como los líderes de Bizancio se enfrascan en la controversia de "cuántos ángeles caben en la cabeza de un alfiler". Ello mientras la amurallada ciudad está sitiada por los jenízaros del Sultán. Nuestra II mitad del XIX se estropea en la querella político-teológica que escinde la ciudadanía en un debate importado de París entre "laicos" y "pechoños". Luego el entrevero es "british" entre quienes adhieren al parlamentarismo y otros aferrados a la tradición presidencialista. Sabemos: el forcejeo desemboca en guerra civil. Convertir el país en república industrial es meta abandonada. Entre lo teórico y lo económico se opta por lo primero. Es "in" eso de participar en debates que conmueven a Europa. Durante la II Guerra Mundial los criollos se dividen en "aliadófilos" y "germanófilos" ¡Hay del "neutralista"! se le lapida como "agente del III Reich". Entonces nuestras materias primas como hierro, cobre, salitre... se "venden" a huevo a EEUU porque es "campeón de las democracias en guerra contra el nazifascismo".
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El "salitrazo" se desaprovecha. Luego, con motivo de aquel conflicto global, se pierde la oportunidad de lograr una sólida capitalización que catapulte al verdadero desarrollo. Consecuencias de ambas torpezas: el atraso perdura. Piensen en el Japón: con la revolución meiji se margina de las epidemias doctrinaristas forasteras empeñándose de la estructura fabril, sustento de su poderío. Con un siglo de retardo, inspirados en el modelo nipón, los Jóvenes Dragones del Pacífico sur se empeñan con dinamismo y disciplina en la tarea y triunfan. El milagro taiwanés, malayo, coreano, tailandés... son apenas de ayer. Por eso discrepo de la opinión del Presidente Piñera -discurso del 21 de mayo- en orden a que Chile "llegó tarde a la revolución industrial". Lo que hubo es negarse a asumir la tarea y, por último, nunca es tarde para dejar atrás la pobreza. Se advierte que ello pasa por abandonar la agenda "valórica" con sus modas que destruyen nuestra identidad patria.


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