jueves, 1 de julio de 2010

IMITACIONISMO Y EDUCACION

Al reiterar con Simón Rodríguez “¡Inventamos o erramos!”. Se cosecha sorpresas. Es tan hondo el afán de copiar que eso de inventar resulta innecesario y riesgoso. El plagio es lo habitual. La búsqueda de soluciones nativas para problemas patrios se juzga un salto al vacio. Lo cómodo: operar con pantógrafo, papel calco o la impresora luego de consultar Internet. Entonces se importan –sin aduanas, siempre adoptando y jamás adaptando- recetas y polémicas, estilos y modas, ideologías y modelos. Ayer se imitó en lo escolar a España, ahora se recomienda a Irlanda y no pocos a Finlandia.

En educación el afán de remedar es simiesco. En el XX acuden copiones tipo Irma Salas ae embriagarse con la experiencia de EEUU. En el régimen de la UP se programa implantar la ENU: injerto de la institucionalidad escolar de la RDA. En el XIX –acorde al coloniaje cultural- los fetiches son las instituciones docentes -por turno- de Francia, Inglaterra y Alemania. Entonces –al menos por ahora- exigir que se piense con cabeza propia los problemas que nos afectan es difícil y ello es en diversas esferas, pero es extraordinariamente notorio en la académica. Por ese motivo no exijamos que los “expertos” en la Reforma educativa analicen a criollos que han indagado –ayer y hoy- en la materia. Los descalifican o los desconocen. Tampoco aguzan la imaginación pedagógica. Ello encierra el peligro de equivocarse. No captan el sentido profundo de la frase del venezolano. Peor: tengo dudas que sepan de su existencia, ensayos y teorías. Ni que referirse a las Facultades de Educación: viven de espalda a lo criollo. Ignoran al país real y se autoencapsulan en torres de marfil con doctrinas forasteras o se cobijan tras montañas de datos estadísticos.

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