lunes, 2 de agosto de 2010

INES DE SUAREZ

Nuestro mundo feminista omite siempre alusiones a Inés de Suarez. Ello quizás porque "zurdas", "filozurdas", "postmodernas" y "progres" adhieren a la leyenda negra. Desprecian a España y se drogan con el indigenismo. Rehuyen aceptar nuestra condición mestiza. En la otra orilla, las "diestras", es decir, las ABC1 vinculados a la sensibilidades, cogniciones e imaginarios de la clase dominante hacen "mutis por el foro". Son las que se creen "las inglesas de América del Sur", le tiran a la cara a Perú y Bolivia eso de ser repúblicas de indios y simpatizan con Londres en Malvinas. En tal contexto -con una u otra óptica y estrategia- no asumen la identidad patria. Con ello excluyen o subvaloran lo ibérico. Coinciden en dar por iniciada la historia del país el 18 de septiembre de 1810. Eso lo expresa todo. Añadir argumentos, innecesario.

Lo anotado explica que doña Inés, la pionera de la chilenidad femenina y suprema Eva criolla, sea -hasta ayer- la gran ausente de la memoria colectiva. Se le ubica apenas a través de lámina de texto escolar en que aparece rebanando testas de caciques en aquella batalla por defender Santiago del asedio picunche. Sin embargo, reaparece y "en gloria y majestad". Acuden a rescatarla de la ignominia o del olvido dos escritores. Jorge Guzmán el 2004 con su biografía novelada. Hoy Isabel Allende también la rehabilita como heroína. Así ella, la noble chey del héroe fundador, recupera pedestal. Ahora exhibe laureles nuestra primera enfermera, miliciana, labriega, cocinera, asistente social, secretaria e incluso alumna. Se los reintegran ambos escritores. Con Martí se sentencia: "Honrar, honra".

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