jueves, 18 de septiembre de 2014

FABRICACION DE "NACIONES"

Los imperios desde siempre fomentan la fragmentación de sus eventuales víctimas. El lema de la Roma de los Césares fue  “dividir para imperar”. Una estrategia es estimular  fobias entre los Estados de Latinoamérica. Eso permite hundir proyectos integrativos y estimular el delirio armamentista. Peor aun, cada república de la ya dividida megapatria de Bolívar hay que subdividirla. Entre más centrifugadas estén, menos difícil explotarlas y manipularlas.

Al interior de cada una de nuestras patrias siempre hay lacayos que se prestan para la maniobra balcanizadora. Hace 100 años una provincia de Colombia se convierte en República de Panamá. Honduras Británica es transformada en República de Belice con 152 mil habitantes. Con menos de 2 mil, Londres estuvo a punto de fundar, por cierto asociada al Commonwealth, “the Falkland’s Islands Republic” . La tragedia de Yugoeslavia es aleccionadora. Se debe investigar que hubo en la trastienda de la escisión de Checoslovaquia.

Ni que hablar de España donde la fiebre autonomista se convierte en letal separatismo que afecta a Vasconia y Cataluña. Aquí son pocos los que captan el cómo con dinero foráneo se vigoriza el polvorín mapuche. En Bolivia la esquizofrenia es tal que se llega a proclamar la inviabilidad de la república y el aceptar como "naciones" a 36 colectividades aborígenes. Aquí no lo hacemos mal: por democratismo light  se inventan  "minorías étnicas” empujándose planes  segregatorios.

¿Se está incubando un Kosovo en la VIII y IX Regiones? ¿Terminaremos con una República Araucana? Hay  recursos financieros del Ministerio de Educación para dotar de diccionarios y gramáticas a dialectos aborígenes ya extinguidos o al menos moribundos como el kunza y el alacalufe. De yapa se promociona la enseñanza del mapudungún, el aimará, el inglés y el chino mandarín mientras tanto el idioma patrio se desvencija, porque la población padece de “analfabetismo funcional”.

Los “progresistas” impulsan el disolvente “indigenismo”. Operan en contubernio con las megapotencias. Usan la retórica izquierdosa, pero ahora se despreocupan de las “mayorías”. Les interesan las “minorías”. Proclaman aversión al racismo, pero lo favorecen al acentuar la postura excepcionalista de las etnias y las “aleonan” contra la chilenidad. La condición unitaria de Chile, factor de seguridad, así se debilita. El país se atomizaría lo cual conviene a los  imperialismos. 

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