sábado, 22 de agosto de 2015

FFAA: ¿INEFICIENTES?

viernes, 21 de agosto de 2015

GENERO, SEXO Y "PROGRES"

Una lesbiana que convive con su pareja exige la tuición sobre sus hijas. El Poder Judicial confiere ese  derecho al exmarido.                De inmediato     las  denominadas “minorías sexuales” alegan  discriminación. Se aprueba norma jurídica -la ley Zamudio"- que los protege.

Nuevamente se orbita el tema del “género” oponiéndolo al del “sexo”. La sociedad entera se involucra en la controversia. Asuntos inmediatos como el desempleo, la delincuencia, la salud y la drogadicción pasan a un segundo plano.

Menos podrá constituir motivo de debate el terrorismo en la Araucanía, el armamentismo de La Moneda o la crisis energética. Sería “pedir peras al olmo” que se genere inquietud por el abismo que separa a las clases sociales y nuestra condición de república criptocolonial.

La TV, la radio y la prensa están, acorde con el estilo light de los progres, imbuidos de lo atinente a la farándula y, sobre todo, a lo genititivo. Es la “agenda valórica”. Permite  estar “in” posando de “moderno” o “postmoderno”. Se nos involucra  modas propias de EEUU y Europa.

Eso de “género” presenta la sexualidad como una construcción cultural. Se asume con el rango de opción en el marco de la irrestricta libertad. El fundamento biológico se desdeña y la dualidad clásica femenino y masculino, juzgada obsoleta.

Ahora, según los progres existen no menos de cinco... géneros. Amén de mujer y varón, estaría el sodomita, la lesbiana, el transexual, el intersexual y hasta el zoofílico. Hay progres –concordando con los neoliberales- que promueven la plena autonomía individual.

Este mal entendido “libre albedrío” que colisiona con el “bien comín” permite bregar por el libre libre expendio de estupefacientes como la marihuana. La abolición de la censura da luz verde a pornocines y a pornoshops, desligitiman la disciplina escolar y cuestionan la estructura clásica de familia.

Van más lejos, impulsan los matrimonios homosexuales con la prerrogativa de adoptar hijos. Argumento: “así ocurre en los países avanzados”. Vamos entonces imitando. El condimento es el relativismo ético. Estos temas  son distractores y arietes de nuestra identidad.

Abundan los perplejos. Son numerosos los matriculados en la “izquierda” que no se percatan que este fardo pseudovalórico es un exocet primermundista. Apunta a envilecernos para así mejor manipularnos y superexplotarnos. El afán snob  por ser de avanzada de modo frecuente nos empuja a copiar a Europa y EEUU.

El calco ha sido dañino porque se circunscribe a lo farandulero y a lo vicioso. Se importa lo dañino y no lo conveniente. El estuco de la modernidad y no su nervatura. Nadie, por ejemplo, examina la integración francoalemana, el milagro nipón y chino, la prosperidad de Singapur y, en general, del Asia sudoriental.

En los medios impera la farándula que embelesan con lo gay, lo pornografíco,   el aborto,    el divorcio,     la silicona o el narcoconsumo, entre otras “modas” que erosionan el tejido social y el ethos colectivo. “Mojigatos” o “retros” quienes promovemos una república sobria, sana y sólida. Se imponen -por ahora- los que apetecen seamos una Sodoma

viernes, 14 de agosto de 2015

LA ESPADA DE CARRERA

General José Miguel Carrera
En Chile cada jefe de Estado, en la ceremonia de trasmisión del mando de un Comandante en Jefe del Ejército a otro, se obsequia al dimisionario no la réplica de la espada de O´Higgins, sino la del personero de la Patria Vieja que es José Miguel Carrera. Ambos son enemigos, pero lo contrasimbólico no reside en aquella discordia, sino en que el húsar trágico es un contumaz golpista. Inaugura en el país los "pronunciamientos".

Esta intervención de las FFAA en política continuarán  -entre otros- con un marino, un aviador y otro militar. Respectivamente, Jorge Montt, Marmaduque Grove y Augusto Pinochet. Carrera -mediante cuartelazos- asume el Poder. “Fabrica" una mayoría artificial “exaltada”. Ello, despojando de sus escaños a los diputados "moderados". Son aquellos que anhelan evitar la ruptura con Madrid, simpatizan con la Carta de 1812 preconizando una monarquìa constitucional.

Después clausura el I Congreso Nacional y asume la dictadura. Reprime a sus adversarios y silencia la oposición. Hoy sería un “carapintada” autoritario. Además es aislacionista. Por ende, enemigo del Ejército Libertador de los Andes y, por cierto, del generalísimo José de San Martín. Se opone a la integración del Cono Sur y sindica al chillanejo de promover, la transformación de Chile en "oscura provincia del Plata". Es autor de caricatura al respecto.

Más aun, es norteamericanizante fanático. A la Casa de Gobierno de entonces ingresa "como Pedro por su casa" el representante de Yanquilandia. Es Joel Roberto Poinsset quien interviene en la redacción del Reglamento Constitucional de 1812. Tal Carta vulnera el pacto de coexistencia con España y deteriora las relaciones con la Iglesia. Poinsset está, sin duda, influido por sus antepasados hugonotes y, por lo mismo, es antipapista.

Interviene en el diseño del pabellón carrerino. Se iza en el recinto que ocupa el consulado norteamericano y el 4 de julio de 1813, aniversario de la Independencia de EEUU  se inaugura el  I Congreso Nacional. Es agente de los servicios de inteligencia de la Casa Blanca. Reaparece en México organizando a los “yorkinos” una especie de masonería proyanqui. Después impulsa la secesión de Texas y aquella guerra en que el país de Octavio Paz perder la mitad de su suelo.

Caricatura atribuida a Carrera
José Miguel ya excluído de la escena santiaguina recibe en Montevideo refuerzos provenientes del coloso del Norte. Consisten en barcos y pertrechos que Buenos Aires requisa. Impedido de una acción bélica regular opta, en Argentina,  por la guerrilla, es decir, organiza montonera que opera con la metódica del malón. Actúa "sin Dios ni ley"  y se apoya en militares "descolgados" y aborígenes pampas.

Estos lo proclaman “pichi rey” y ataca villorrios. Argentina quizás por influjo de la Logia Lautarina lo ponen fuera de la ley. Es derrotado, encarcelado y  fusilado en Mendoza. Al cadalso lo acompañan sus hermanos Conclusión: pareciera el regalo escogido como homenaje a cada comandante en jefe saliente evidencia ignorar nuestra Historia. Es símbolo de la política exterior pronorteamericana y desdén por los esfuerzos integradores.

jueves, 13 de agosto de 2015

EEUU Y NUESTRA AMERICA

La emancipación de los enclaves británicos de Norteamérica constituye un estímulo para nuestra Independencia. También es aguijón para conservar la unidad. El talento de Jorge Washington, Tomás Jefferson, Benjamín Franklin o Alejandro Hamilton es vincularlos en un solo cuerpo político.  La fórmula federativa es empleada para asegurar la vertebración. Se evita así el surgimiento de varias microsoberanías raquíticas y, ya en la infancia, el Coloso del Norte asegura  madurez. La misma moneda yanqui posee un lema en latín: "de varios, uno"

¿Qué ocurrió acá en Suramérica con los cuatro virreinatos? Pareciera que los sucesos peninsulares -invasión de Bonaparte- apresuran un separatismo que malogra el proceso. De allí las ácidas tipificaciones de la emancipación como "parto prematuro" o "aborto histórico" al cual se hizo ya referencia. La voluntad de aglutinamiento de los libertadores resultó inferior al dinamismo de los agentes disolventes representados por las elites lugareñas. Se puede expresar -a titulo de tentativa explicación- la fuerza centrípeta queda anulada por la centrifuga. 

La marcha rumbo a la balcanización habría continuado si no asumen el poder hombres de puño de acero como Diego Portales o Juan Manuel de Rosas. He aquí un dato aparentemente confuso. El ministro y el "restaurador de las leyes" en relación con el Protector Andrés Santa Cruz son desmembradores, pero respecto a Chile y Argentina ofician de aglutinantes. Esto es nítido en el caudillo rioplatense quien anhela reunir a Uruguay y Paraguay -fragmentos del Virreinato bonaerense- bajo una misma soberanía.

El montaje de Estados como Uruguay -"un algodón entre dos cristales"-  y Ecuador –“cuña entre Colombia y Perú”- encubren presumiblemente la estrategia de Londres para usufructuar de la navegación de grandes arterias fluviales. El fusilamiento de Francisco Morazán, en 1842 -por ejemplo- implicará, de modo súbito, la fundación de las cinco repúblicas de Centroamérica. Una simple solicitud de oligarcas alto peruanos autoriza a Sucre a permitir otra secesión fundándose la República de Bolivia. 

Al comenzar la centuria actual el desmenuzamiento continúa. En su primera década una provincia norteña de Colombia se desvincula de Bogotá. Aparece transparente allí el apoyo de la Casa Blanca a una minoría con vocación desmembradora. Ha nacido la República de Panamá. Por cierto, sin chistar, se acepta la existencia de la "nación panameña", de la panameñidad y del "nacionalismo panameño". Una absurda controversia entre México y Guatemala permite se funde Belice con apenas 150 mil habitantes.

El modelo estadounidense aquel del lema "de varios, uno" para nuestra América se se suplanta por otro "de uno, varios". Pasamos a constituir, según anota Juan José Arévalo, veintintantos témpanos flotantes en un mar de frialdad sin común horizonte. Cada Estado encabezado por representantes de las familias acaudaladas cultiva el particularismo y, por cierto, el desdén por el país fronterizo. Surgen banderas y escudos, himnos patrios y  monedas distintas, FFAA con sus hipótesis de conflicto. 

De EEUU no se aprende algo elemental "la unión hace la fuerza". Lincoln embarca a su país en una guerra para extirpar los afanes separatistas de los Estados meridionales. Estos sostienen: la Carta de Filadelfia es un pacto voluntario. La Casa Blanca lo juzga obligatorio. Medio millón de bajas es el costo que permite que hoy sea una megapotencia. En nuestra América se registra una excepción:Brasil es modelo de integración. La sabiduría de los Braganza permite que Lusoamérica sea una.

miércoles, 12 de agosto de 2015

ROBERTO AMPUERO: OPINA

 No es fácil ser ciudadano chileno en estos días. O digámoslo de otra forma: hasta hace poco era más fácil serlo. Hasta hace poco uno viajaba por América latina y, estuviese en Argentina o Cuba, Venezuela o Ecuador, Colombia o Uruguay, hablaban de Chile con respeto, como un país excepcional en muchos aspectos. Nosotros, como chilenos, sabíamos que no éramos perfectos, y nuestros amigos también lo sabían, pero lo cierto es que íbamos por el mundo con cierta aura de excelencia latinoamericana, lo que no deja de ser.

Las cosas cambiaron abruptamente. Y cambiaron para mal. Mi experiencia en viajes recientes ha sido más bien incómoda, por no decir traumática, y creo que a muchos les ocurre algo parecido. Hace unos meses me sorprendió en Londres una noticia en la prensa británica sobre bandas de delincuentes chilenos que hacen la América en capitales europeas. Los detalles: tipos sofisticados y solidarios entre ellos, que viajan por el Viejo Continente pasando por las casas de acogida que han establecido. Como buenos chilenos son organizados. Se organizan para delinquir.

En Inglaterra, por cierto, un sicólogo brasileño al cual traté de explicar la existencia de estos delincuentes de exportación (difícil de explicar, desde luego) me recordó la actitud de barristas chilenos en el último mundial de fútbol. Causaron pésima impresión en Brasil por entrar en masa a los estadios sin pagar, formando estampidas, seguros de que nos les pasaría nada. Me decía el brasileño, ignoro si es verdad, que sólo chilenos han intentado entrar masivamente a los partidos de un mundial de fútbol. Bueno, como en Brasil la policía no es como la de Chile, terminaron detenidos y tratados de forma dura. Eso sí, nadie se atrevió a golpear a policías allá. Pregunta el brasileño qué ocurrió con ellos acá. Lo ignoro. En estos días, el sicólogo llamó vía Skype para averiguar cuál era la opinión de los chilenos sobre el “dedazo” de Jara y el accidente en Ferrari de Vidal.

Acabo de estar en Madrid participando en un foro internacional que abordó cuatro países del mundo iberoamericano que hoy afrontan problemas. Y allí, junto a la España de la crisis, la Venezuela de la mega crisis y la Cuba de los Castro, figuraba Chile. Lo doloroso era la pregunta que flotaba en el ambiente: ¿Qué pasa en Chile que se latinoamericanizó de la noche a la mañana? Estoy por asistir a otro encuentro en Estados Unidos, y ya sé qué preguntas me esperan. Soy crítico al gobierno, pero amo a Chile y quiero que le vaya bien, y me sentía igual de orgulloso cuando nos iba bien bajo Aylwin, Frei, Lagos y Bachelet I como bajo Piñera. Ahora es doloroso lo que está ocurriendo. La crisis de confianza generalizada, incluida. Lo digo como patriota. El prestigio cuesta años construirlo, nada perderlo.

Hasta aquí pareciera que mis cuitas tratan más bien de minucias, hinchas y delincuentes, pero ojalá se limitasen a eso. Lo delicado es el clima de agobio –cuando no de odio- que ha terminado por contagiarnos a todos, tanto al gobierno como la oposición. Falta un golpe de timón o suerte que nos traiga buenas nuevas y nos ponga en onda positiva.

Ver la semana pasada a la Presidenta anunciando que no podrá continuar de la misma forma con las reformas porque fallaron los cálculos de presupuesto, me pareció lamentable. Más de lo mismo. ¿Pero de qué estamos hablando? ¿Es que son aficionados o profesionales los que hacen estos cálculos para un eventual gobierno chileno? ¿No se titularon en las mejores universidades del mundo? ¡Si en algo se ha destacado mucho Chile en los últimos decenios es en manejar bien las cifras de sus finanzas!

Ahora entramos en una etapa kafkiana: Se aplaude el “sinceramiento” (concepto chilensis) de malas noticias. Es un sinceramiento curioso el del gobierno: el de un piloto que confiesa que va perdiendo altura cuando todos los pasajeros lo vienen viendo desde hace rato y están consternados en sus butacas. Y lo inaceptable: se responsabiliza de todo a los que fueron despedidos y están lejos del poder, a los Peñailillo, Arenas y Jorrat. Ignoro si lo son, pero estas campañas furibundas me recuerdan las purgas del estalinismo o la famosa “Banda de los Cuatro” de la etapa radical de la Revolución china. Nadie sale en defensa de los caídos en desgracia, los “tronados” como dicen en Cuba, que a estas alturas lucen pálidos y ojerosos, y ni siquiera pueden defenderse. Y como si fuera poco, aparecen otros afirmando que todos sabían que las cosas pintaban mal desde un inicio. ¿Qué desorden es este?

¿Se equivocaron al hacer los cálculos o los hicieron a la carrera, con liviandad, imbuidos por el entusiasmo de llegar a La Moneda? ¿Pero quiénes hicieron esos cálculos y quiénes los aprobaron? Y, algo más: ¿lo hicieron a sabiendas de que no se podría cumplir pero convencidos de que de alguna forma se podía arreglar después la carga por el camino? Nunca ha quedado más claro que en este caso la diferencia entre una empresa privada y el Estado: Cuando ella hace mal los cálculos quiebra y desaparece, y sus dueños pagan con su patrimonio; al Estado, en cambio, le basta con entregar excusas, acusarse a sí mismo de inoperante, y sus funcionarios se apuran en celebrar el sinceramiento de que dos más dos no son cinco, y todos siguen cobrando a cuenta del contribuyente, y vamos por otro cálculo.

¿Cuándo perdimos la seriedad? ¿Hará escuela esta práctica del cálculo a la carrera para levantar una campaña populista, o los chilenos desconfiaremos ahora más de los políticos? ¿Desde cuándo los gobernantes dejaron de gobernar o gobiernan a medias, esquivando a periodistas independientes, y desde cuándo la oposición ya no es oposición, sino que opera desde dentro del mismo gobierno? ¿Por qué hemos terminado con la gente decente detrás de las rejas de casa y los delincuentes en las calles? ¿Cómo vamos a detener la polarización política y la forma en que ésta envenena nuestra existencia diaria? ¿Por qué a muchos de los connotados que demandan la igualdad, los veo a menudo sentados en clase ejecutiva o entrando a última hora a esa sección del avión? ¿Cómo se sale como país de todo esto?... Efectivamente. No es fácil ser ciudadano chileno en estos días.
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Intervención de este escritor chileno en foro efectuado en Madrid. 14.07.2015

martes, 11 de agosto de 2015

EL HUASO,,, APUNTES

Durante las Fiestas Patrias se elogia al huaso. En el resto del año «huaso» es expresión despectiva. Se emplea para tipificar al individuo encogido y tímido o a quien es grosero e ignorante. Resulta curioso que se repudie así al paradigma del Chile rural. Tal dualidad se juzga expresión de nuestra crisis de identidad.

 Un esfuerzo por rehabilitarlo son las obras ya clásicas de Tomás Lago y de René León Echaíz y hoy el ensayo de Alberto Cardemil. Son esfuerzos que apuntan a quebrar el doble standard. Si el roto es el paradigma urbano el huaso lo es del ámbito campero. Le ocurre lo mismo que aquel. Se le juzga gallardo y dadivoso sólo en las jornadas de Fiestas Patrias. 

Durante los otros once meses es sinónimo de grosero y tosco. Se escucha eso de «huaso bien plantao». Sin embargo es más frecuente, en lo cotidiano, escuchar «huasteco» o «huasamaco». Hay desprecio encubierto en eso de «es muy huasito» para aludir a persona con timidez torpe. 

La cuna del huaso es el Valle Central y, de modo particular, Colchagua. No obstante, se extiende hasta los confines de la 4ª Región y alcanza a la 8ª. Los otros son huasos de exportación por ejemplo en Magallanes o en Arica. Duchos en los skechs dieciocheros y en concursos de cueca son manifestaciones de la política de «chilenización» de los extremos del territorio de la república. 

El huaso y la lavandera: cuadro de Mauricio
Rugendas (siglo XIX)
La palabra –escrita en el XIX con «g» y con «h» en el XX– denuncia nuestro origen mestizo. Se origina en el quechua y su significado: jinete. También podría derivar del andalucismo «guasa» que significa «gracioso». Otra hipótesis  lo asocian a «guacho» vocablo aborigen que designa al párvulo con padre ausente. Obvio,estaría emparentado con «gaucho».  

El huaso es mestizoide. No obstante, hay huasos de chamanto, espuelas de plata y latifundio tipo conjunto "Los huasos quincheros». Son miembros de la clase dominante y, por ende, en ellos predomina lo español y la piel es menos olivácea que los huasos del faldeo y de la base. Estos últimos en vez de sombrero de fieltro, botas corraleras y botín de tacón son morochos, de pata rajá, ojota y chupalla. Es el doble standard que también daña al roto.

El mismo ocurre con el indio. Reverenciado en las páginas de «La Araucana» y en el nombre de un club de fútbol y, sin embargo, en la vida cotidiana es sinónimo de pereza y fealdad. La crisis de identidad que nos socava se expresa en este doble lectura. Ignoramos lo que somos. Aun más, no queremos ser lo que somos. Peor: negamos las raíces. De allí la lapidaria frase «la raza es la mala» que nutre nuestra autodenigración.